Llegó la "Turbo-era".

"Turbo-era": término que me he sacado de la manga para definir el efímero momento que abarca desde que el turbocompresor se convierte en un elemento asequible y de uso frecuente, hasta que desaparece por la sustitución paulatina del motor eléctrico.


Así es amigo lector, hemos llegado al momento en la historia del automóvil en el cual poco a poco, nuestro amado motor de combustión muere. Un hecho que nadie ya se atreve a negar, donde solo queda la duda de cuánto durará su agonía; aunque ésta no tiene por qué ser negativa.

Los ingenieros del mundo han tenido que sacar sus ases de la manga para poder hacer de nuestro amigo en extinción una máquina eficientísima, fiable y barata.

Cada vez se han podido incluir más soluciones en el mundo del automóvil real para hacer del nuestro un mundo lo más verde, eficiente y sostenible que puede llegar a ser quemar petroleo. Y como canto del cisne de esta contaminante historia:  La "turbo-era".

El turbo y el compresor no han cambiado demasiado en los últimos 100 años. Lo que si lo ha hecho ha sido el uso que se les ha dado.

Nuvolari conduciendo un trozo de metal con compresor

Vamos a principios de siglo. Por todos es sabido que la forma fácil de sacar potencia a un motor es aumentar su cilindrada... Esto ha sido así siempre, pero entonces, como ahora, existían organismos reguladores en las competiciones que limitaban el tamaño de los motores, provocando que para obtener grandes cantidades de potencia con motores de tamaño limitado se recurriese a soluciones sacadas de la aviación, como ésta que nos ocupa.

Y así se empezó a "sobrecargar" los motores de aire, obteniendo resultados espectaculares, pero aumentando la complejidad y haciéndolos poco fiables y e incluso peligrosos en manos inadecuadas.

Más tarde, un don nadie llamado Henry Ford diria que no utilizaría turbocompresores en competición ya que estos nunca se utilizarían en los modelos de producción.

Porsche 911 (930) Turbo

Cuán equivocado estabas Henri. Hace algun tiempo, los turbocompresores no adolecen de sus desventajas de antaño, o al menos no tan severamente. La mecánica actual, con los materiales actuales han conseguido hacer de comprimir el aire un método barato y fiable de aumentar las prestaciones de un motor.

Además, ya nadie se mata cuando al soltar el acelerador, el turbo seguía soplando y acabas contra la farola más cercana; o cuando lo pisabas  sin respuesta y de pronto toda la potencia aparecía para estrellarte contra el quiosco. Los turbos ya no solo van ligados a coches "hacedores de viudas". La válvula de descarga moderna, los turbos de distribución variable o las distintas combinaciones de varios turbos y compresores han provocado que los coches sin aspiración atmosférica sean civilizados y manejables; para todos los publicos, vamos.

De modo que aquí estamos, actualmente podemos adquirir de cualquier marca un modelo básico que incorpora esta tecnología, algo impensable hace 30 años. Pero (porque todo tiene un pero), no es la misma filosofía que entonces: nada tiene que ver con la época dorada de la F1, cuando los coches tenían 1500cv gracias a enormes caracolas, ahora la incorporación de este elemento atiende a dos razones: potencia específica y consumo.

Lotus 97-T

Un utilitario de hoy en día, gasolina atmosférico, concretamente; entrega toda su potencia a un régimen de revoluciones impensable con el precio de la nafta, esto es para así poder vender el coche que consume menos que la competencia y a la vez que sea el más potente según la ficha técnica (que es lo único en lo que se fija casi todo el mundo en cuanto a comparar prestaciones). Y provoca una cosa: coches perezosos y con motores poco elásticos, en muchas ocasiones, con un alzado de válvulas para el desplazamiento simple y rutinario y otro para llevar el cuchillo entre los dientes... ¿y entre medias? Nadie lo sabe, eso quedó en los 90.
Es así porque están tan optimizados para gastar lo mínimo a la velocidad del tráfico corriente, o incluso para simplemente superar con rotundo éxito las pruebas de homologación del consumo del coche, de forma que siento quitarte la ilusión, jamás superarás las cifras que anuncia... Pero claro, eso sí, si te vas al lado rojo del tacómetro recordarás cuando veas el indicador de gasolina por qué ibas a 100 todo el camino por la autovía, en esa marcha tan larga que el coche no sube las cuestas.

Y para salvarnos de la desilusión: ¡Un turbo para todos!

Por fin, lo tenemos todo: bajos consumos y entregas de par decentes a regímenes normales. Por fin podemos de nuevo pasar de ir acariciando el acelerador a adelantar a un camión sin meter 3 marchas menos y sin la necesidad de meterle  al motor aceite de hamburguesa o sonidos de tractor... (odio los calamares).

Un coche turbo cualquiera
 
Así, antes de que sea a título póstumo del motor de gasolina, gracias a todos los que han hecho esto posible: 

A los comités reguladores de competición que se han dedicado a dar por detrás a los ingenieros para que estos se rompieran la cabeza, a Henri Ford, por invocar al orgullo de otros fabricantes que quisieron que se comiese sus palabras; y a los especuladores del crudo, por encarecer la gasolina y obligarnos a buscar el motor que menos consume...

Y a tantos otros... gracias. Pero aún así  yo sigo prefiriendo algún que otro atmosférico de los viejos e ineficientes.
¿qué llevar este verano?

En la reserva:

Y si eres de los mios, pero también te preocupa tu bolsillo o el planeta,  ya está aquí está mi solución a nuestros contaminantes y poco ahorradores hábitos, y sin aire a presión, ni diésel, ni híbrido... ¡Por fin podrás tener un coche para disfrutar y no para llorar junto al surtidor de gasolina! Tan solo tienes que usar ésto de lunes a viernes:


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